To all the girls I'd Loved before.
Hubo una vez un adolescente retraído e inseguro. No, no leyó un libro de superació de Cornejo y se volvió un conquistador. Vivió y vivió y en lugar de renegar de su falta de suerte con las mujeres, decidió dejar de esperar a que le amasen y eligió amarlas primero. Eligió amar su fortaleza, su sonrisa, su capacidad de dar y su intuición.
Y resultó que Dios en su infinita sabiduría sonrió y le levantó el castig. Al más feo de los hombres, al último de la fila, le regaló una compañera sin igual. Y le dejó un corazón sano para seguir amando lo mejor de cada mujer.
Es una historia real. Es mi historia.
Cada amiga, cada compañera en mi trabajo, cada alumna, cada chica a la que he tenido la bendición de conocer, empezando por mi Madre, han sido mujeres admirables en todos los sentidos. Mujeres que me han regalado su amistad, su brillantez, su alegría de vivir. su fuerza para luchar.
Y les he amado. No con segundas intenciones ni sentimientos confusos, les he amado con la plenitud con la que se ama la creación de Dios. Jamás mi esposa ha sido insegura ni celosa de estos amores, porque cuando se hacen realmente bien las cosas, el tiempo hace transparentes los motivos. Y porque cada mujer que llevo en mi corazón tiene bastante por que sentirse orgullosa de sus virtudes y de sus capacidades.
Por ello, por el inmenso amor que en medio de las diarias ocupaciones y mis comentarios a veces mordaces, a veces desencantados, dos bellas mujeres me han recordado quizás la unica virtud de la que me siento orgulloso. La de mi capacidad de amar sanamente. Y en consecuencia es necesario hacer un pequeño alto en el camino y dedicarle un tributo a muchas amigas formidables, a mujeres todas ellas hermosas y bendecidas por Dios, que me han dado el más grande regalo: su amistad.
Y como siempre ocurre, no puedo tomar crédito ajeno, estas líneas las obligó el desinteresado cariño que sin merecerlo ni estar a la altura de su amistad, me tienen:
Ali, una mujer plena, de insondable fé y luz para todas las personas que tenemos el privilegio de conocerla.
Y Katy, una hermosa amiga que ha vencido una dura batalla contra la muerte y en lugar de guardar tristeza y amargura, riega alegría de vivir y su dulzura en todos los que la rodean.
Pero si tuviera que ser justo (que no lo soy, soy Aldo) tendría que incluír a cada mujer maravillosa que respeto y que me ha engrandecido el corazón. Por eso gracias por estar presentes siempre en mi vida:
Andrea, Yassmín, Jessica, Alejandra, Claudia, Verónica, Mónica, Rocío, Catalina, Álida, Adriana, Marisol, Yulianna, Sofía, Cinthia, Dora, María, Mirthala, Alin, Patricia, Ana, Citlalí, Perla, Norma, Alina y si no continuo es porque realmente tengo mucho Alzheimer y poco tiempo, pero cada una de mis amigas, la más pequeñita y la mayor, la más galardonada y aquella con la que hace mucho que no hablo, la madre de mis alumnos y la que no sabe lo mucho que la admiro, todas reciban todo mi cariño y el de mi familia. Porque yo no podría amar tanto y agradecer a Dios cada día, por mi esposa, si no las hubiese tenido cerca a ustedes para enseñarme que las grandes mujeres no son sólo un género, son seres humanos dotados del regalo divino de la belleza inacabable: la de el alma. Y gracias a su amistad, tengo un corazón saludable, que pese a mis millones de defectos, puede dar y recibir todo el amor del mundo.
(creo que por fin puedo mandar a dormir al tímido muchacho que no se sentía querido, después de escribir su mejor carta de amor)
Aldo Rodrigo Sánchez Tovar
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