El fuego del Dragón de CRONOS Tiempo de Todo! por Aldo Rodrigo Sánchez Tovar
Generalmente cuando escribo, lo hago desde la perspectiva de que lo redactado no sera revisado en su contexto temporal inmediato, es
decir, probablemente no sera leído (o de ser leído no será analizado) en las fechas cercanas a lo publicado.
Por ello, en ocasiones, cuando describo alguna preocupación, es posible que cuando alguien lo lea, yo ya haya resuelto dicha preocupación desde hace tiempo.
En 1975, durante mi infancia, al entrar a primaria, la profesora titular de mi grupo, recomendó a mis padres que se me realizara un estudio psicológico dado que notaba algunas irregularidades en mi carácter.
Mis padres acudieron con un brillante psicólogo regiomontano que era amigo de la familia, el Licenciado Victor Ramírez Mota (durante mucho tiempo fué columnista de el Porvenir y el Norte además de tener una formidable trayectoria y varios libros publicados), por recomendación suya (él no podía analizar mi caso por la proximidad, y su determinación fué totalmente profesional y ética), una experimentada psicóloga realizó una batería de exámenes en los que incluso tuvo que adaptar las escalas de algunos ya que rebasaban los límites de mi edad.
Los resultados podrían haber sido para festejarse, inteligencia superior, buen desarrollo de lenguaje y otros bla bla blas que podían llevar a pensar que era hora de echar las campanas al vuelo:
"Hay un genio en la familia".
Pero.
Pero.
Tambien los resultados arrojaron una muy baja tolerancia a la frustración, agresividad, niveles ansiógenos altos y rechazo a las figuras de autoridad.
Hubiera sido formidable el dar seguimiento a estos resultados.
Pero infortunadamente el divorcio de mis padres previno eso.
Las prioridades fueron otras y los años pasaron.
Se fueron sumando episodios en los que perdí el control ante muchas situaciones. Rabietas, peleas, mucha violencia física y verbal, y por encima de todo una sensación de desconsuelo al ver que por más que trataba de ser lógico y planificador, siempre llegaba algo a romper mis esquemas de orden.
Para el año 2000 habían pasado 35 años de estar sólo y sin guía en un mundo que me era totalmente desconcertante y frustrante, odiaba muchas cosas y me odiaba a mí mismo por encima de todo.
Cuando llegué por mí mismo a la unidad de Psiquiatría de la U.A.N.L. casi le pareció una broma o una gracia al director que acudiera por mi propio pié cuando lo común era que la gente fuera obligada a tomar tratamiento.
Han pasado 13 años.
Años en los que la vida no ha cesado de enfrentarme a situaciones frustrantes.
La diferencia es que ahora llevo 13 años de estar al cien por ciento consciente de cómo funciona mi ciclo vital.
Para controlar toda posibilidad de perder el control, establezco reglas que parecerán chocantes a la gente, pero que protegen mi entorno de los factores en los que perdí los estribos en el pasado.
Vivo generalmente recluído, evito al máximo las aglomeraciones, el contacto con la gente, las discusiones (cosa que desafortunadamente mi trabajo en un call center no ayuda en nada).
Por eso cuando se me invita a interactuar socialmente con otros, trato en la medida de lo posible, de salir con una caballerosa disculpa antes que exponerme a entrar en ambientes nuevos y potencialmente hostiles.
Mi dedicación personal es hacia mi familia y mis alumnos.
No me interesa figurar en ninguna sociedad o grupo que me obligue a establecer vínculos emotivos con nadie, porque nadie sabe cuanto "drena" de mi energía vital el estar saludando y dando besos y abrazos a la gente.
Eso no significa que no tenga sentimientos.
Claro que los tengo y muy arraigados y claros.
Pero me resulta harto chocante el sentimentalismo vano de la sociedad.
Cuando yo sé del problema de alguien y puedo participar en resolverlo, lo hago sin palabritas dulces ni consejitos del tío Gamboín.
Odio que la gente te mande buenos deseos cuando te vé tirado.
(Si alguien está tirado, por amor de Dios, levántalo o sigue tu camino, pero no te andes con caritas de preocupación).
Mis alumnos y mis amigos directos saben que que evito comprometerme a algo que no vaya a poder cumplir.
Pero si establezco un compromiso, sólo lo cumplo sin andar dando cantatas de nobleza.
Los fallos, generalmente me los recrimino mucho antes de que alguien lo haga y por ello me es absolutamente innecesario que llegue alguien a darme lecciones, porque hacen efecto de "llover sobre mojado".
Hoy voy rumbo a la ANIMEX luego de una reclusión personal de varios meses.
Lo hago por compromiso con mi amigo el organizador y con las contadas personas que se alegran sinceramente de verme, pero la verdad ya no siento ningún interés en dejar la seguridad y calma de mi hogar para entrar en un recinto con 20,000 personas.
En otros años me esforzé mucho por encajar, por encontrar una identidad común.
Pero la verdad sea dicha, sinceramente ya no quiero nada.
Pudiendo tener una vida productiva dando clases y disfrutando que todavía tengo habilidad suficiente en las manos para modelar y escribir, lo único que la situación actual me ofrece es desafiar mi cordura cada noche en un lugar donde me pagan por dar malas noticias a la gente y discutir con ella.
Una vez al año de pronto resulta que si soy útil dando clases, pero quienes me requieren para ello, me necesitan prácticamente todos al mismo tiempo.
Así las cosas, la verdad no guardo ninguna falsa expectativa de la vida.
Como ya lo he dicho antes, no espero ni que la vida sea justa ni que mágicamente las cosas mejoren sólo porque a la gente le gustan los "finales felices".
Hoy en mi clase mis alumnos tendrán como siempre la lección que no puedo enseñar en compactos cursos de verano. (en cursos de verano, generalmente los niños no traen ningún antecedente importante de clases conmigo y por ello no puedo llevar una continuidad para enseñar nada realmente profundo).
Practicaremos efectos curiosos en la plastilina creando transparencias simulando el modelo atómico de Bohr, una radiografía de torso, un corte sagital celular y una isla a escala realmente pequeña.
Aquí sigo, en la cueva del Dragón, con tanto fuego adentro.
Mientras el mundo progresa pensando que los dragones son leyendas contadas por viejos supersticiosos.
Buena semana.
Arde mi corazón
Lucha Siempre
Delante del hierro
Ojos venideros...
Sabrán la Historia.
Hacerlas simplemente bien para llenar el requisito.
o
Buscar hacerlas extraordinariamente.
Es elección de cada uno.
Aldo Rodrigo Sánchez Tovar
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CRONOS
Tiempo de Todo!
División Clases
Sabádos
Clases de Modelado en Plastilina y Dibujo
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