Definamos tragedia

Definamos tragedia

Las consecuencias del tsunami y actividad sísmica en Japón representan una terrible tragedia. Hace siglos la ciudad de Pompeya fué devastada por la furia de un volcán, la biblia habla del proverbial diluvio y en la ciudad de México quedan todavía cicatrices abiertas por los temblores del 85.

Siempre que la naturaleza cobra la factura por el abuso que cometemos de nuestro derecho a extendernos y ocupar recursos que no son nuestros, ocurre una tragedia.

Pero lo trágico no radica en los datos morbosos del número de muertos y afectados. La verdadera tragedia ocurre cuando no aprendemos valiosas lecciones de la misma.

Compasión, humanitarismo, lealtad y conciencia son tan sólo algunos de los valores que escasean cuando ocurre un evento trágico. Familiares se pueden ver como desconocidos arrebatándose comida o medicamentos. Aparecen los oportunistas que dicen colectar ayuda pero utilizan lo recaudado para fines propios.

Esa es la verdadera tragedia.

Para poder mirar con valor hacia el futuro es necesario comprender que no somos inmunes a vivir eventos trágicos, pero que lo verdaderamente indispensable es formar en nuestros hijos un espíritu de previsión y solidaridad que les permita reaccionar con prontitud y ética ante las catástrofes.

Generalmente doy soporte técnico a televidentes hispanos de una compañía satelital en Estados Unidos.

¿Quieren conocer la verdadera tragedia?
La tragedia es que mientras existen miles de niños que estarán afectados de por vida por la radiación liberada por las plantas nucleares de Japón, les falte alimento y medicina, hayan muerto miles de personas...

Y todavía exista quien decida que puede insultar y vociferar al teléfono a un desconocido, sólamente porque ha perdido su partido de futbol o su telenovela (que repiten en dos horas) y la mayor parte de las ocasiones es a consecuencia de no haber puesto baterias en el remoto, ó alguna causa originada en el mismo hogar.

Lo trágico es que podamos perder los estribos y sobrevalorar lo superfluo, cuando el dolor y la necesidad de lo más básico campean por el mundo.

Nuestra hermosa Ciudad de Monterrey no tiene necesidad de tantos anuncios espectaculares de Carta Blanca y Casinos. El dinero que cuestan dichos espacios compraría una cantidad increíble de posiciones para transmitir valores y mensajes que eduquen a nuestra sociedad.
¿Necesitamos un huracán diez veces más fuerte que Alex ó el Gilberto para poder ver que han sido nuestros actos y nuestra permisibilidad con empresarios y gobiernos poco escrupulosos lo que le ha sentado las condiciones al crimen para tomar la ciudad?
¿De verdad hace tanta falta el fútbol que estemos más dispuestos a invertir en él que en formar mejores ciudadanos en nuestros hijos?

¿Quiere usted ayudar a Japón?

Hágalo.

Pero antes ayude usted al mundo aprendiendo a dar su justo valor a las cosas. Con su ejemplo, su familia podría actuar más civilizadamente y ser una solución en lugar de ser un problema más en el mundo.

aldocid@hotmail.com

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