El Dragón y el viaje en el Tren. Por Aldo Rodrigo Sánchez Tovar


Tristemente,ninguno de mis alumnos millenials ni mis hijos conocerán lo que alguna vez fue el "Tren Regiomontano".
Un ferrocarril Pullman que hacía la ruta Monterrey-Distrito Federal entre las seis de la tarde y las diez de la mañana.
Hice ése viaje con mis padres una cantidad impensable de ocasiones antes de llegar a los once años.
Pasaron muchos años para que supiera lo que significa viajar en tren para el común de la gente, en vagones donde todos van sentados en hileras como en un autobús.
El Pullman tenía Camerinos y Alcobas. (supongo que quizás también gente sentada a la brava como en camión pero de niño hay cosas que uno no ve).
La diferencia entre los camerinos y alcobas era el tamaño y el hecho de que en pos de un descanso reparador, por la noche los camerinos se convertían en "camas con puerta".
En el último vagón, una suerte de mirador, el "carro fumador", los empleados proveían juegos de damas, ajedrez, cartas y parkasé a los viajantes. Claro que apestaba a cigarro, puro y pipa. Era una experiencia exótica para mi.

Mi padre sostenía charlas con señores que hablaban de Kissinger, del Ayatolah Khomeini, de Lech Walessa... Su saco pesado y elegante, sus botines que siempre se me hicieron chistosos, su corbata ancha y su pesado reloj, sus cigarros, siempre Raleigh.
Mi madre lucía radiante con bellos vestidos y peinados de las actrices de la época. Parecía una diva en día de Ópera.
Los padres de otros se veían sobrios, viejos, aburridos o descuidados.
Los míos, eran esbeltos y poderosamente atractivos.
En algún viaje, nos tocó presenciar un descarrilamiento.
A veces subían oficiales de la extinta policía judicial a la búsqueda de algún criminal reportado en viaje. Miraban graves a la gente, pedían documentos de viaje y de identidad.
A veces bajaba la velocidad para cambios de vía y dejar pasar a otros ferrocarriles. Así, vi vagones de circo con jaulas de animales, vi también vagones militares atiborrados de soldados en una época en la que la visión era aberrante pues vivíamos un estado idílico de "paz social" (La paz de Luis Echeverría y José López Portillo)

Acercarnos a las ocho de la mañana a las tierras de cultivo, tan sanas antes de llegar al Estado de México era un espectáculo increíblemente bello.
Los hot cakes del carro comedor eran esponjosos y con un distintivo sabor a miel aún antes de aderezarlos.
Allí, mis padres se tomaban de la mano y se besaban románticos en las ventanillas abiertas con una atmósfera que sólo he podido ver retratada en películas europeas.
Allí, yo soñaba con llegar a casa de mi abuelo y mostrarle un dibujo, una figura en plastilina, contarle un plan reciente. Mi vida era brillante y maravillosa.
Pero a veces sentía miedo.
Y el miedo quedó congelado en una pesadilla que he contado antes.
La terminal en Monterrey parecía un lugar cosmopolita lleno de gente interesante.
La de la Ciudad de México, añosa, con señores que usaban sombreros ya muy pasados de moda, voceros de periódicos, lustradores de calzado y los tentadores kioscos de revistas.
No existe más el "Regiomontano" y de existir, ya no puedo subir a él para salir a buscar a mi abuelito.
¿Por qué no puedo ir a buscar a mi abuelito?
Ahora mismo, mientras escribo, a lo lejos, escucho el constante silbato del tren.
Es otro, uno que seguro lleva materiales quizás el que lleva el tatuaje inolvidable de N. de M. (Nada de Maiz dijera mi querido amigo Pepe Barragán).
Adios a mis recuerdos, adiós aquello que fue y ya no más.

Jesús Barrero actor, conocido principalmente por su innegable aportación al doblaje mexicano, dejó de existir el día de hoy.
No lo hizo sin presentar valor y coraje al desgastante enfrentamiento con el cáncer.
A diferencia de mucha de la gente que hoy lamenta su pérdida, yo no soy fan de los caballeros del zodiaco, a decir verdad, la serie siempre me ha caído especialmente gorda.
Pero en diversas ocasiones, coincidí con él en eventos y pudimos conversar de sus maestros, sus compañeros, su visión ante la circunstancia actual del doblaje mexicano. 
Su calidez y su buen humor, me hicieron fan no de sus personajes sino de su persona, (cosa que me ha ocurrido casi siempre con otros artistas del doblaje como Francisco Colmenero, Gabriel Chávez, Marcos Patiño, Víctor Alcocer, Jorge Arvizu, Rubén Moya y Enzo Fortuny entre otros).
No me duelo del caballero del zodiaco, me duelo del hombre que siempre vi sonreír amable mientras le pedían un autógrafo o un saludo y me duelo del hombre a quien escuché en doblajes recientes hacer todo lo posible por mantener su fuerza y su dignidad hasta el final.
Descanse en paz, Jesús Barrero.
Paz en los corazones de amigos y familiares.
El hombre se ha ido, pero la voz se quedará por siempre.








Aquí sigo, en la cueva del Dragón, con tanto fuego adentro.
Mientras el mundo progresa pensando que los dragones son leyendas contadas por viejos supersticiosos.
Buena semana.
Arde mi corazón
Lucha Siempre
Delante del hierro
Ojos venideros… Sabrán la Historia. “Existen dos maneras de hacer las cosas: Hacerlas simplemente bien para llenar el requisito. o Buscar hacerlas extraordinariamente.
Es elección de cada uno.”
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