El Dragón Comparte lo Bueno: Freddie Mercury. Por Enrique Sánchez Fernández

Aquí les dejo el texto de esta semana de Enrique Sánchez Fernández Sobre Freddie Mercury:

¡Hola Freddie!
Eres el mejor. Nosotros lo sabemos. Tú, yo y ellos. Es un hecho. Indiscutiblemente. Sin argumentos. Éste es el séptimo. El octavo round da lugar al noveno. ¡¡¡Y en el décimoooo…!!!. ¡¡¡KNOCK OUT!!!
¿Qué dices, Freddie?. ¿Te gusta mi entrada?. Creo que es buena. Cuesta sintetizar, en diez frases, la adrenalina de una pelea de box. Requiere energía, entrega y disciplina. Idéntico a preparar uno de tus shows.
¿Es así?. No sé. Tengo que revisar este texto. Energía. Sí. Eso necesito. Por supuesto. Creo que la tiene. Me lo indica mi instinto. Uno, dos... Emplear una buena estrategia. Directa. Al grano. A la cabeza. Soy el campeón. Ya lo sé. Nadie me lo tiene que decir. Soy el mejor. Iré poco a poco. Dejaré lo mejor para el final. Igual que hacías al cerrar tus conciertos, en este orden, más o menos así: “We will rock you”, “We are the champions” y “God Save the Queen”.
Eres mi favorito. Tengo que admitirlo, a pesar de adorar la guitarra de Bryan May, destaca tu voz. Tiene energía, canta, -en ocasiones-, con sutileza y derrocha rock and roll. Ponla en la canción que quieras. Mi combinación favorita, -como un uno dos-, es: “Get Down Make Love”, “Play the Game” y “Another One Bites the Dust”.
Mi consentida, desde niño, “Another One Bites the Dust”. Llevo escuchándola desde anoche, también en la madrugada, además de toda la mañana. Así va a ser todo el día. Te apuesto, Freddie, a que se la van a aprender los vecinos. Seguro que sí. Desde el principio, hasta el final, incluido el estribillo.
La oigo, en ocasiones, en la carretera. Disfruto poner el cassette. También la escucho en el tocadiscos. Es todo un placer. Me encanta su pulso tan característico. Rítmico. Lo tarareas sin parar. Sepas, o no sepas, la letra. Siempre disfrutarás “Another One Bites the Dust”.
Reconozco que hay canciones más elegantes como “I´m Going Slightly Mad”, (de “Innuendo”, - 1991-), “Barcelona”, -de 1992 con Montserrat Caballé-, y “I Want It All”, de “The Miracle”, 1989). Sin embargo no tienen ese sabor de antaño. Irónicamente, aunque la música es la misma, le tengo más cariño al acetato. Sea como sea, en cualquier formato, -como el mp3, el disco, o el cassette-, las melodías siguen siendo las mismas, el espectáculo un show, como tu vida un buen rock and roll.
Nada nuevo para ti, Freddie. Ya te lo habrán dicho mil veces. Además le encantará a tu vanidad. Eres un divo, y un halago más no te dañará. Creo, como millones de fans más, que tu voz transmite fuerza, no tiene límites, y la identificas en cualquier parte del planeta.
Tu personalidad tampoco los tiene. Es sutil. No en vano, conoces bien a los gatos, controlas a los perros, y tu carisma se gana a la gente. De todas maneras, la desafías una y otra vez. Sirva de ejemplo, la carrera de bicicletas en 1978. En ésta, 65 mujeres competían desnudas en Wembley.
Unas dudas: ¿Nunca tuviste miedo?. ¿Lo enfrentabas?, ¿O lo escondías?. Tengo estas inquietudes, porque ya que eres tan sensible, no entiendo como no te afectaban las opiniones de los demás. Quizás se te resbalaba el mundo porque eras original, divertido y diferente. Yo no. En serio. No soy tan valiente. No se lo digas a nadie, Freddie. Me cuesta mucho reconocerlo, pero a veces, le tengo pánico al miedo. Sobre todo cuando soy el centro de atención de mucha gente.
Como te decía, Freddie, temo al miedo, pero no al dolor. Me he acostumbrado a ignorarlo. No duele. Así entreno en el gimnasio, peleo en el ring y así es la vida, amigo. Unos nacen, unos viven y otros mueren. Unos sufren, otros se divierten, y unos últimos trascienden. Tú lo hiciste todo, Freddie. Nunca te rendiste. Al extremo, que cuando te morías de SIDA, sonreías.
No sé si yo podría tener tu entereza. Para ti morirte era irse de este mundo a otra fiesta. Nosotros los boxeadores, no tenemos tanta fuerza. Al menos, yo no. Peleo hasta el fin. Eso sí. En el ring, yo, como otros tantos, no sentimos el dolor, pero defendemos el orgullo. También defendemos a los amigos, Freddie, hasta la muerte.
Tú lo has hecho conmigo. Me has acompañado siempre. De veras. Desde el año 1977, -por cierto, en aquel año nací yo-, que tú gritabas al cielo, bien alto, para que te oyera Dios: “Somos los campeones, amigo mío” en “We´re the Champions”; mientras que de paso te divertías, con cualquier canción de tu carrera como “Bicycle Race”, o fraternizaras con cualquiera con cualquiera con “Friends will be friends”, y es verdad: los amigos serán amigos, hasta el final.
Hablando de amigos: no es fácil tenerlos en este ambiente tan duro cargado de testosterona. Cualquiera puede abandonarte. Tú no lo hiciste. Tuviste que irte. Aquel fatídico día, -concretamente el 24 de Noviembre de 1991- mordí, amargamente, el polvo. Lloré. No pude evitarlo. Nadie se dio cuenta. El sudor se mezclaba con las lágrimas. Como te comentaba antes, Freddie: no pude evitarlo. Mordí el protector bucal. Por mucho que quise evitarlo, no pude. Mi cuerpo estaba en el ring, pero mi mente estaba en tu funeral. ¿Qué pasa?. ¿No podemos tener los boxeadores un poco de sensibilidad?.
Como te imaginarás: perdí el combate. Intenté, de todas las maneras posibles, levantarme en cada uno de los asaltos. Varias veces escuché, bajo la luz de los reflectores, tu canción. Imagínatelo. El árbitro contaba. Mientras, mi mente recordaba el estribillo de “Another One Bites The Dust”. Hazte una idea… Uno…, Another One Bites The Dust. Dos…, Another One Bites The Dust”. Tres…, Another One…
En ese instante mi mente activaba su instinto de supervivencia, me levantaba, y el oponente caía. Caía él, caía yo, y cuando eso pasaba, Freddie: caíamos nosotros dos, -es decir: tú y yo. Así pasó infinidad de veces hasta, que al límite de mis fuerzas, no pude evitar el fin.
Al cabo de un rato, llegué a casa. La rabia me invadía de los pies a la cabeza. Tenía que desahogame como fuera. Lo hice. ¿Sabes cómo?. Puse uno de tus discos, golpee la pared, -el saco de arena se rompió de tanto golpearlo-, y tú y yo, -juntos-, como entrenador y boxeador, respectivamente peleábamos contra el dolor, amigo. ¿Sabes cuánto cuesta eso?.
No sé si lo sepas, como quizás no te hayas dado cuenta de que cada sílaba de tus letras es un directo al hígado, cada una de tus frases un golpe a la mandíbula, y cada canción una explosión de dinamita. En conjunto, Freddie: un coctel de adrenalina.
Al cabo de un rato lloré, -a solas como un perro como siempre-, mordí el protector bucal hasta que me dolieron los dientes, y así pasó la noche hasta la madrugada. Una vez que vi salir el sol, me dormí profundamente.
El corazón latía al ritmo de tu música, la sangre corría por las venas y la mente se excitaba al escuchar una de tus melodías. “Another One Bites The Dust”, la favorita.
Al despertar, me sentí muy tranquilo, en paz. Y, ya que estaba solo y nadie me veía, abracé la portada de tu disco como si abrazara a un amigo. Después, vi la aguja del tocadiscos, se movía. No tocaba. La levanté para volver a poner el acetato, me puse escucharte, y a entrenar un rato.
A pesar del dolor, estaba satisfecho. Había cumplido con mi deber. Cerré los ojos, respiré profundamente, y te oí cantar. Sin duda, tu música domestica a las bestias, como amansa a las fieras. Aunque parezca lo mismo, no lo es. Para la primera se necesita carácter. Para la segunda sensibilidad. Ambas necesitan talento. Escoge cualquiera de tus canciones para hacerlo. No importa cual. ¿Podrían servir “You´re My Best Friend”, “One Vision” o “Another One Bites The Dust”?. Ojalá. Son mis favoritas. Diga lo que diga cualquiera, a mí me da igual.
Hablando de preferencias: ¿Sabes cuál es mi momento favorito, Freddie?. Ver a Queen en vivo. Te vi un montón de veces. ¿Y sabes qué?, como boxeador profesional que soy, siempre admiré verte tan en forma –tanto física como mentalmente-. Y déjame decirte, además…, - un momento para beber un sorbo de cerveza-, …que, -a juzgar por tu dinamismo, entrega y disciplina en el escenario-, seguro que como yo, te pasabas tus buenas horas en el gimnasio. ¿No?.
Independientemente. ¿Sabes qué te admiré profundamente?. Que cuando no podías con tu alma, (-después de terminar la mejor gira de toda tu vida, -la del álbum “A Kind of Magic”-, -del que se editaron dos álbums: “Live Magic” en 1986, y “Live At Wembley” en 1992.-,-), tú seguías trabajando. Quizás tus discos no fuesen tan buenos como antes. OK. No importa, pero aun así disfruto escucharlos. Me gustan de aquel periodo “The Miracle”, de 1989-, así como “Innuendo”, -1991-, sin olvidarnos de “Barcelona”, -cuyo tema homónimo servía como himno oficial en dicha ciudad en sus juegos olímpicos en el 92-.
Después, lamentablemente, te fuiste. Tu discográfica editó: “Made in Heaven” tres años después. No quedé tan satisfecho como con tus anteriores trabajos. De todas maneras, lo compré. ¿Por qué?. Bueno, tenía buenas razones. Me seguías enseñando una gran lección, -a no rendirse nunca-; así como tenía un gran éxito, -“Too Much Love Will Kill You”, -estenada en Wembley por Brian May el 20 de Abril de 1992 en el concierto benéfico contra el SIDA-; y por supuesto por tu actitud.
Desde entonces han editado multitud de álbums, incontables homenajes e infinidad de conciertos, -el último con Adam Lambert el 30 de Junio del 2012-, -por supuesto para luchar contra el SIDA -. ¿Sabes, Freddie?. No fui. Un concierto de Queen no tiene sentido sin ti, que sabes convivir con pandilleros, -vestido de cuero-, -como sucedía en el álbum “Live Killers”, (1979), como convivir con reyes, sin sacrificar un ápice de tu calidad artística.
Algo complejo, ¿Verdad?. Por supuesto. También lo es intentar comprender tu arte. No se puede. Se siente. Sabes mezclar la cultura oportunamente, -al homenajear simultáneamente a los Hermanos Marx con los álbums “A Night at the Opera”-, -1995-, y al año siguiente “A Day at the Races”-.
Mi track favorito: “Bohemian Rhapsody”. Aquí tu ingenio se sale con la suya Freddie, para variar, desde aquel día hasta la inmortalidad.
Hablando de momentos inmortales: ¿Por qué te cambiaste el nombre?. En un principio eras Farook Bulsara, y naciste en Zanzibar, el 5 de Septiembre. Después te llamaste Freddie Mercury. Hiciste la metamorfosis, (al menos para el público masivo), al lanzar al mercado “Queen” el 13 de Julio de 1973. Desde ahí tu vida nunca volvería a ser la misma hasta el fin.
Ya que hablamos de la inmortalidad, quizás pueda sonar a una pregunta insípida de periodista, pero ¿Por qué te quitaste el bigote cuando ya no podías girar?. No importa la respuesta. Importa que seguiste trabajando. Ya no te disfrazabas de mujer como lo hacías en 1984 en el video “I Want to Break Free”. Sin embargo, liberaste tu vena creativa luchando contra el SIDA, (por ejemplo: dibujaste tu versión particular sobre dicho virus en la portada del sencillo “I´m Going Slightly Mad”, del álbum “Innuendo” en 1991), y seguiste trabajando sin parar. Es más, en aquella época grabaste los álbums “The Miracle”, -1989-, como “Barcelona”, -en 1992-, junto a la cantante de ópera Montserrat Caballé, como el inédito hasta la fecha “Made in Heaven”, que vería la luz tres años después.
…Y sabes, de acuerdo que ya no tenías ganas, ni tiempo, para las extravagancias. Ya no invitabas a las ciclistas desnudas a darle la vuelta en bicicleta al Estadio de Wembley, (como mostraste al mundo en el video “Bicycle Race”). Tampoco querías vestirte de arlequín. Mucho menos complacer a nadie, salvo a ti.
A partir de ahí, había que voltear la página. Lo hiciste, le diste la vuelta y la hoja se quedó en blanco. No importaba. Había que seguir trabajando. Yo lo intento. Más o menos lo hago. Peleo, voy al gimnasio, y en los tiempos libres escucho tus álbums.
Como de costumbre, día tras día, oigo tus melodías. Hoy, inspirado por tu música, he decidido hacer algo diferente: escribir, bajo mi punto de vista, tu biografía. No puedo. Tan solo puedo escribir una palabra sobre ti. No es Queen, ni nada que se le parezca. Esa palabra eres tú, Freddie. Alrededor de ella yace el abismo, a mi derecha y a mi izquierda la pradera, y en el horizonte la negra carretera.

 Nota mía:
Lo he transcrito tal cual me lo enviaste Enrique.
Es brillante el desplazar a un lenguaje pugilístico el conocimiento que tienes de la carrera de Freddie y hacerlo con gracia y proximidad, a final de cuentas, describes tu relación con él.
Una crítica constructiva: No te congratules de escribir bien. "¿Te gusta mi entrada?. Creo que es buena." Un buen escritor no presume, asume. Ya serán tus lectores quienes califiquen superlativamente tu trabajo, pero andarte preocupando por eso antes de la décima línea es pretencioso e inútil. La inmortalidad se adquiere cuando los demás citan tus líneas, no antes.
Un fuerte abrazo, pese a mi crítica que es de todo corazón y con todo cariño, es la tercera vez que leo entero el texto y lo encuentro soberbio.

Aquí sigo, en la cueva del Dragón, con tanto fuego adentro.
Mientras el mundo progresa pensando que los dragones son leyendas contadas por viejos supersticiosos.
Buena semana.

Arde mi corazón
Lucha Siempre
Delante del hierro
Ojos venideros...

Sabrán la Historia.

 
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