El Dragón también sangra. Por Aldo Rodrigo Sánchez Tovar

Le agradezco muy especialmente a Dario Rodriguez de Cosplay Watchtower, por su increíble sensibilidad y atino al capturar en una sencilla imágen, el espíritu del porqué si es tan desgastante, sigo yendo a las convenciones.

 Si tan sólo supieran las personas que creen que no las saludé en convención por sangrón, si tan sólo supieran que padezco cierto grado de autismo y la proximidad física con otras personas me altera y me afecta mucho, entonces tal vez apreciarían que cada abrazo, cada apretón de manos que doy es porque realmente quiero más a la gente que a mis discapacidades emocionales, me aterra la idea de ser impertinente, de interrumpir a los que estando divirtiéndose igual y no quieren que llegue un "raro señor" a interrumpirlos. Hago un esfuerzo muy grande por agarrar valor cada que tomo un micrófono o subo a un escenario, porque es una actividad que no me intoxica de ego como a otros.
Sin embargo lo hago porque me enseñaron que quien habla por un micrófono, quien habla para una gran audiencia, tiene la grave responsabilidad de hacerlo no para servirse a sí mismo sino para servir a otros. Nadie sabe lo tímido que soy.


Hace 15 años estaba yo recién divorciado, no se me permitía tener contacto con mi hijo y vivía desolado.
Fué el sentir la responsabilidad de hacer algo bueno por cada niño, niña y adolescentes que en ése entonces conocí en convención, lo que me mantuvo de pie y con propósito.
Pasaron 15 años y ya camino con menos vigor, vivo enfrentando mis miedos, mis inseguridades, mi falta de talento, pero no he dejado de pensar que cada momento que dedico a cultivar mi relación con cada alumno, amigo, compañero en la jornada, es lo que hace de esta jornada una que verdaderamente vale la pena. Ojalá pudiera encontrar las palabras adecuadas para expresar cuanto me duele no tener una foto así con cada una de las miles de personas que bajo el mismo techo de Cintermex, he tenido el privilegio de saludar tres veces por año, todos estos años.
Hoy soy felizmente casado, mi esposa y mi hijo son la mayor bendición que tengo en la vida, pero no hubiera tenido la paz, ni hubiera llegado a merecerlos si no fuera por lo mucho que la gente de las convenciones, aquellos "niños" (hoy son adultos) que tuve en mis primeras clases hace quince años.
Las hermosas chicas que estoy abrazando en la fotografía son Alejandra que fué mi primera alumna en CRONOS Tiempo de Todo! y a su pequeña y maravillosa hija.
Mi corazón se ha ido quebrando, endureciendo y desgastando en una vida muy tormentosa, pero renace una y otra vez cada año que vuelvo a las convenciones y veo las maravillas que el tiempo hace con cada uno.
Por ello pese a mi cansancio, a cualquier crítica, sigo y seguiré siendo el viejo gris que ronda como fantasma entre hordas de chiquillos con atuendos coloridos.

Si tan sólo supieran las personas que creen que no las saludé en convención por sangrón, si tan sólo supieran que padezco cierto grado de autismo y la proximidad física con otras personas me altera y me afecta mucho, entonces tal vez apreciarían que cada abrazo, cada apretón de manos que doy es porque realmente quiero más a la gente que a mis discapacidades emocionales, me aterra la idea de ser impertinente, de interrumpir a los que estando divirtiéndose igual y no quieren que llegue un "raro señor" a interrumpirlos. Hago un esfuerzo muy grande por agarrar valor cada que tomo un micrófono o subo a un escenario, porque es una actividad que no me intoxica de ego como a otros.
Sin embargo lo hago porque me enseñaron que quien habla por un micrófono, quien habla para una gran audiencia, tiene la grave responsabilidad de hacerlo no para servirse a sí mismo sino para servir a otros. Nadie sabe lo tímido que soy.

Eso lo sé yo cuando termino de conducir un evento y tengo que regresar a casa ocho horas a jugar maquinalmente hasta que se evapore el sobresalto de estar tres días sobreexpuesto.
El resto del año le consta a cualquiera que me conozca, evito salir innecesariamente a la calle, me alejo de las aglomeraciones, jamás caigo de gorrón a casa de nadie.

Nadie nunca sabrá en cuantos lugares estaba mi mente, buscando que cada participante tuviese una oportunidad justa de mostrar su talento, deseando que cada amigo estuviera obteniendo la justa retribución a sus esfuerzos en las mesas de expositores, que le hubiese ido bien a todos en general, rogando silenciosamente que el evento terminara con la nota de felicidad y justicia para cada uno.

Una amiga me detuvo en un pasillo mientras yo estaba temblando y llorando mientras sostenía un libro. Ella pensó que tenía un problema y no encontré las palabras para decirle que hacía unos minutos me acababa de decir mi amigo César que se había casado con su novia Yazmín luego de quince años de noviazgo (un noviazgo que vi nacer) apenas estaba aquilatando la impresión cuando me detuvo Gabriel, un joven que no sólo es un querido alumno (hace 15 años, justamente él estaba en el vientre de su mami cuando iba yo entre convencionistas apartándo gente del paso para que no fueran a lastimar a la Señora), Gabriel me obsequió el libro de Dunas. Dunas de Frank Herbert es una obra muy querida para mí, todo eso se me vino de golpe y me sentí mareado como arrancado de la realidad unos momentos, así que cuando mi amiga me vió parecía que me había pasado algo muy malo, y no era así, había pasado algo tan bueno que yo que generalmente no expreso emociones, no supe ni qué me había pegado.
Gracias nuévamente Darío.

¿Quieres saber más sobre lo que ocurrió en la convención?
Una Nota Periodística de Multimedios aquí: 

http://www.youtube.com/watch?v=6i8JONnH8dQ
http://www.youtube.com/watch?v=oEt6hGHxp8Q
http://www.youtube.com/watch?v=Fs9f87DZFSg&feature=relmfu
http://www.youtube.com/watch?v=kSw3klQdUTU
Aldo Rodrigo Sánchez Tovar
Fundador de CRONOS Tiempo de Todo!
 
Aquí sigo, en la cueva del Dragón, con tanto fuego adentro.
Mientras el mundo progresa pensando que los dragones son leyendas contadas por viejos supersticiosos.
Buena semana.

Arde mi corazón
Lucha Siempre
Delante del hierro
Ojos venideros...

Sabrán la Historia.

 
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