El Dragón de CRONOS Tiempo de Todo! "Mundos remotos y cielos infinitos" Por Aldo Rodrigo Sánchez Tovar

Es una sensación indescriptible la de sostener en las manos un libro en el que mis pobres letras se encuentran reunidas junto con las de los cerebros más agudos y evolucionados de la literatura de ciencia ficción norestense.

"Mundos remoto
s y cielos infinitos" está a la venta desde mañana martes en la Casa Universitaria del Libro de la UANL. Tiene un precio de $250 pesos.

Recopilado por Fernando Arturo Galaviz Yeverino, y conteniendo una muestra del talento de Andrea Saga, Abraham Martínez Azuara, Alejandro Martínez Salinas, Alfonso Jesús Treviño Cantú, Armando Alanis Pulido, Alfonso Teja-Cunningham, César Ríos, Claudia Janeth Aguilar Herrera, Eliézer Garza Gozález, Felipe Montes Espino-Barros, Idro Ávila, Gabriel González Meléndez, Galaviz Yeverino, Hermann Gil Robles, José de Jesús Talamantes Garza, Jose Luís Solís Olivares, José María Mendiola Hernández, Jorge Chipuli Padron, Luis Eduardo García Guerra, Mario Anteo, Ramón Lopez Castro, Ricardo Díaz Vázquez, Hernán Galindo, Ricardo Martínez Cantú, José Julio Llanas, Juan Carlos Rodríguez Silva, Luís Valdez, Norma Yamille Cuéllar, Vanessa Garza, Karla Elva Ramírez Aguilar, Laura Elena Sosa Cáceres, Lorena Sanmillán, Marina Isabel de Anda Otero, Miguel Manrique Pérez, Perla Saldívar, Samuel Carvajal Rangel, Porfirio Sosa y Sandra Animas Reyna.

Tiene un Prólogo de Federico Schaffer González y un prefacio de Ramiro Garza. El libro está dividido en cuatro partes:
I. PATRIARCHA
II. REVELATIO
III. POESIS
IV. MAGISTER

Mi participación es en la tercera sección con seis textos:

1 Deslumbrado en el arco de Ícaro.
2 La danza de los Vanari
3 Cinco son mis Ketoris
4 Acerca de los motivos
5 Escucha el frío
6 Invasión bienvenida

Gracias Fernando por la confianza y el apoyo que superan por mucho lo recibido incluso por familia, amigos cercanos y e instancias culturales y gubernamentales con las que colaboré por 23 años.
Este libro será un documento histórico debido a que le presenta al mundo entero, la brillantez de los autores Mexicanos, Norestenses, Regiomontanos. Algunos de los autores son amigos personales que estimo entrañablemente y otros son personas cuya trayectoria he admirado y me ha inspirado enórmemente.
Es un honor y un grave compromiso formar parte de él.
Gracias.
Por si fuera poco, hoy a las 7.00 pm CRONOS Tiempo de Todo! está de manteles largos, ya que Francisco Rangel Morales, ex-alumno de la primera generación de hace 15 años, participa en su primera exposición colectiva en MARCO. 
 
El Gobernador Rodrigo Medina estará presente para la inauguración y Paco ya se encuentra trabajando en transportar el material suyo que será expuesto, por motivos de salud y de trabajo no podré estar presente, pero si quieren admirar su trabajo y apoyar éste magnífico esfuerzo, están invitados hoy siete de la noche en MARCO.
 
 Finalmente les dejo el texto de ésta semana de otro ex-alumno mío pero de literatura, Enrique Sánchez Fernández con un texto Sobre Jim Morrison.

¡Hola Jim!
Es la primera vez que te visito. Discúlpame por venir hasta ahora. Quise estar en tu funeral en 1971. No pude. No había nacido. Cuando me enteré de tu muerte y quise venir era demasiado pequeño. Lo suficiente, como para sentir el dolor, e ignorar lo mejor posible el miedo. Por lo visto, a ti te pasaba lo contrario: provocabas al primero para ignorar al segundo, y terminar lógicamente muerto. Dime: ¿Sufriste?.
Siempre me he preguntado eso durante mis 27 años. Mira, la edad que tú tenías por el entonces. Como una ironía de la vida, yo respiro y tú, hace tiempo, no. Eso no importa. Todos nos morimos algún día. Por eso en todos los cementerios se siente la muerte. Vamos a descansar después de toda una vida de trabajo. Tú fuiste la excepción. Tu intensidad te mató. ¿Lo intuías?. No lo sé. Era demasiado joven para conocerte como te comenté al principio.
Tenías una voz de barítono, un traje negro la mayoría del tiempo y un elevado coeficiente intelectual. Yo solo tengo una novia. No pudo venir a traerte tus flores. Perdona. Nada pude hacer al respecto, pero yo te traje las mías, -mezcladas con mis pensamientos-, y para mi suerte, en este momento, se aproxima un perro.
Camina lentamente, ¿Sabes?. Perdón por decírtelo. Se me ha olvidado que tú no puedes oírme. Estás muerto. El ambiente, con todo y las tumbas en el césped, huelen a tristeza. Al menos así lo demuestra el perro al husmear con su nariz en el aire, mientras yo siento una opresión en el pecho.
Adiós, Rey Lagarto. Dime: ¿Alguna vez tuviste miedo?. Creo que no. Desafiabas a todos, hasta a la muerte, que la celebrabas como un ritual. Día tras día, grabación tras grabación, y concierto tras concierto, hasta el día de tu defunción.
¿Triste, verdad?. Parece que a ti te encantaba. Tú eras violento, yo no lo soy. Sin embargo tu filosofía nos une, tu música nos contacta con el cosmos, -si es que esa energía existe-, y se transforma en una parte indispensable en nuestras vidas.
Déjame decirte, que todavía recuerdo la primera vez que escuché uno de tus discos. Papá me lo puso en el tornamesa. Desde entonces, tu música entró en mi organismo como un virus. En ese entonces era un niño, más o menos como tú lo eras, al presenciar el accidente de los indios.
Me hipnotizo "Light My Fire", (de tu álbum homónimo "The Doors", -1967-), aunque no entendía las letras. La música suplió su efecto como un anestésico. Además, encendió el fuego de toda una generación. Se expandió como el fuego. Sin embargo, no fue el final, aunque tú lo quisieras desde el principio.
A partir de ahí, te busqué desesperadamente por todas partes. Te habías ido. Cerraste los ojos para siempre, pero la luz de la nostalgia se quedó prendida para la eternidad. Lo siento, Jim. Nadie pudo cumplir tus deseos. Nadie pudo cerrarte los ojos, apagar la luz y resucitarte, como le pedías a la sociedad en “When the music´s over”, (del álbum “Strange Days”, 1967). Por cierto: ¿Cómo es el grito de la mariposa?. ¿Tú lo sabes?. No lo sé. ¿De casualidad llegaste a escuchar el lamento de la muerte en tu vida?. ¿Cómo pudiste?. Fácil. Nunca le tuviste miedo a nada ni a nadie. ¡Qué bárbaro!. Nada más pensarlo me da escalofríos. ¿A ti no?.
Ya que hablamos de escalofríos: escuchar tu música es una sensación curiosa. Por una parte, ofrece consuelo. Por otra, es como escarbar una cicatriz a punto de curarse en la carne sin poderlo evitar. Y por último, es inevitable. Es como irse del cine a mitad de una película de terror. No puedes hacerlo, es frustrante, tienes que saber que ocurre a continuación.
Hablando de frustraciones: era inevitable que llegaras a tenerlas. No recuerdo en que libro sobre ti leí que te quejabas. Decías: “¿Es que nadie puede entenderme?”. No me acuerdo en que parte lo vi. Pudo haber sido en tu biografía de John Densmore, (que escribía su versión sobre ti desde el asiento de la batería en “Riders on the Storm”, 1990), pudo haber sido en una de las tantas revistas dedicadas a recordarte desde tu muerte, o pudo haber sido en la biografía de Jerry Hopkins y Danny Sugerman, (este último fallecido el 5 de Enero del 2005), en su libro, -publicado en 1980-, “Nadie sale vivo de aquí”. Por lo visto tú sí, aunque nadie sabe como. Personalmente, a mí me hubiera matado un infarto nada más intentarlo. A ti no. Tú eras diferente.
Y ya que intimamos, quiero contarte algo: un día en una conversación entre amigos, hablamos de ti. Era inevitable. Siempre estás en todas partes, ¿Sabes?. Bien, te cuento: alguien dijo, -no recuerdo bien-, que tu droga favorita, (y mira que probaste varias), no era ni la marihuana, ni la heroína, ni la cocaína. Eran los Doors. Lo sé. A través de ellos pudiste apreciar las cosas, infinitas, como son.
Aldous Huxley, (autor de “Las Puertas de la Percepción”), dijo más o menos lo mismo con esta frase: “Cuando las puertas de la percepción se abran, el hombre verá las cosas como realmente son: infinitas”. ¿Ésa era tu intención?. No lo sé. Quizás lo sepan amigos tuyos como Nietzche, (autor de “El Anticristo”, 1888), entre otros tantos escritores similares. Lástima que estén muertos. Independientemente, Jim, no importa. Tú tenías la habilidad, -como si fueras un chaman o un brujo-, de ponerte en contacto con ellos.
Hablando de brujos: ¿Te llamabas Mr. Mojo Rising?, (original acróstico incluido en la canción “L. A. Woman”, del álbum homónimo, -1971-). Dime Jim: ¿Era un acertijo para intentar alejar a quienes intentábamos comprenderte?. Mira, cuánto más lo intentabas, más nos acercabas, irónicamente.
Una duda, Jim: ¿Nunca te sentiste solo?. No es una pregunta hecha en el consultorio cerrado de un psiquiatra. Es una sensación tan primitiva como llorar. ¿Lo llegaste a hacer alguna vez?. No lo sé. Si sé, sin embargo, que una mujer lo hace cuando da a luz. Sufre en los dolores del parto y sonríe cuando ve a su criatura. ¿Eso sentiste cuando pariste todos tus discos? Quizás ese fue tu fin.
Hablando de fines: mi versión favorita de “The End” es la que se incluye en el álbum en vivo “Bright Midnight: live in America”, -2002-). Al respecto dicen que The Doors nunca la tocaba igual. No sé. Nunca pude asistir a ninguno de tus shows, aunque si me gusta más que cualquier interpretación de tus discos, como en algún que otro álbum pirata, y los oficiales “In Concert”, (1991), y “Absolutely Live”, (1970), -este último, Jim-, mi favorito.
Me encantaría saber tocar un instrumento. No importa que sea una guitarra, una batería o un teclado, como lo hacen Robbie Krieger, John Densmore y Ray Manzarek respectivamente. No, Jim. Yo no soy como ellos. Yo soy como tú, salvando las distancias. Tan solo escribo. No canto. Intento, a través de las palabras, experimentar emociones, hacerlas sentir al lector y, entre tanto, escribir un texto, -en este caso éste-. La verdad, no pretendo que mi prosa se acerque a tu poesía. Por mucho que lo intente eso es imposible. Te confieso: prefiero escribir con una pluma en el papel, que escuchar el ruido de la monótona máquina de escribir en la noche en la penumbra con un cigarrillo encendido, como si fuera una película en blanco y negro. Es lo único que puedo hacer. En verdad, quisiera, como tú tener la habilidad de escribir en la oscuridad. Eso nunca lo podré lograr.
En sí, todo lo que me queda, es repasar con cuidado estas líneas antes de entregarlas a la editorial. Quizás, con un poco de suerte, lo lleguen a publicar. Puede, quien sabe…, ocurra o no, -algunos lo leerán, a otros les será indiferente y unos últimos lo ignorarán-, siempre estaré satisfecho con este texto. De alguna manera, Jim. Tú vives en mi mente. Ahí estarás para siempre.
Tu música vive en el presente. Me transmite una sensación curiosa. Tiene un toque de ternura, (aunque no esté tan desnuda como en “Love Street”, -del álbum “Waiting for the Sun”, 1968-, ni tan palpable como en “Riders on the Storm”, -del álbum “L. A. Woman”, 1971-, ni tan escondida como en “People Are Strange”, -del álbum “Strange Days”, 1967-). En sí tu música es oscura, (como se nota en la mayoría de tu obra, -mis favoritas: “When the Music´s Over”, -del álbum “Strange Days”, 1967-, “The Movie”, -del álbum “An American Prayer”, 1978- y “The End”, -del álbum “The Doors”, 1967-). A su vez profunda, intensa y melancólica.
Hablando de melancolía: ¿Te acuerdas del perro que conocí en el cementerio?. Me lo traje a casa. Me dio pena dejarlo solo. Y ya que toco el tema: pienso que los perros tienen más empatía que nadie. Como tú dirías “La gente es extraña, cuando eres un extraño/Las caras se ven horrendas, cuando estás solo”, (“People Are Strange”). Aprovechando que hablamos de perros, acabas de citarlos en “Riders on the Storm”. Te robaré el verso: -“Como un perro sin un hueso…”-, ¿Recuerdas?. Por cierto, Yomi, -mi perro-, llegó a casa comiéndose hasta la nevera. Ya no quiere probar sus croquetas y acaba de bajar su cabeza.
Por cierto: ¿Tú crees que la tristeza duela?. Discúlpame Jim. No puedes contestarme. Se me había olvidado que tú, desde 1971, no respiras. Curiosamente, -nosotros tus fans, sí-, escuchamos tu música, reflexionamos con ella y la disfrutamos.
Antes que se me olvide, Jim, quiero compartirte algo. No sé cómo decírtelo. Eres tan impulsivo, que no sé como vas a reaccionar. Bueno, pensándolo bien, te lo diré abiertamente: siempre he admirado tu fortaleza. De verdad. Ni siquiera en tus peores momentos diste tu brazo a torcer. Ni en el juicio de Miami en 1969 por exhibicionista; ni por los múltiples problemas con tus incontables mujeres; -entre ellas tu infinidad de fans femeninas; como Patricia Courson, -el amor de tu vida-, y la fotógrafa Patricia Kenneally-. Sobre todo esto, una pregunta indiscreta: ¿Cómo lo soportaste?. De hecho, con tu arte, siempre fuiste honesto. Sea como sea, el álbum de aquella época, “The Soft Parade”, no es de mis favoritos, pero tiene buenos momentos como el clásico “Touch Me”; el éxito “Wild Child”, -y aunque suene extraño-, la canción homónima del álbum.
Cambiando de tema: el otro día fui al cine. Vi un cartel sobre tu última película: “Live at the Bowl ´68”. Creo que es muy parecida al DVD “Live at the Hollywod Bowl”, (editado originalmente en VHS en 1987), y tengo mis dudas sobre ir a verla o no. En serio, Jim: ¿Tú crees que debería ir?. No sé… Después del último intento de plasmar tu vida en el celuloide, en la película de Oliver Stone, -1991-, no sé que pensar. Te cuento: Val Kilmer me dejó un poco decepcionado. Interpreto bien tu papel, OK, pero nadie mejor que tú puede actuar como Jim Morrison, nada mejor que la nostalgia puede retratar el momento, y sobre todo, la música de tu grupo era la mejor de esa y todas las épocas.
De todo el trabajo del film destaco tu cita del poster: “Hay cosas conocidas, y otras no. Entre ambas están los Doors”. De verdad. Me hechizó la frase. Por esa razón fui a ver la película de Oliver Stone.
A partir de la extraña sensación de infidelidad que me dejó la película, no asistí a ninguna de las múltiples giras de tu grupo después de tu muerte. …Y mira que casi caigo en la tentación infinidad de veces, pero sólo concibo una alineación de tu grupo. Como bien sabes, solo hay un cantante de los Doors, ése eres TÚ: JIM MORRISON, junto con el guitarrista ROBBIE KRIEGER, el tecladista RAY MANZAREK y el batería JOHN DENSMORE. Por cierto: ¿Cómo se llamaba la película de Oliver Stone?.
Al respecto de las películas, de ti y de los Doors, como fan, tengo unas dudas. ¿Eran buenas los films que filmaste cuando eras estudiante?, ¿Siendo tan tímido por el entonces, qué te hizo confiarle a Ray Manzarek, -compañero tuyo de clases en la UCLA en aquella época-, el talento que tenías como poeta y cantante?, ¿Qué sentiste cuando escuchaste “Moonlight Drive” por primera vez en un acetato?, -pertenece a su álbum: “Strange Days, de 1967-). Sé que nunca podré saberlo. Nunca tendré la oportunidad de hablar contigo. Independientemente: considero interesante añadirle un poco de curiosidad a tu historia. No me importa que se hayan escrito infinitos ríos de tinta. Un dato más, será como una gota de agua en el océano, tan minúsculo como una hormiga, o como una pequeña partícula de sangre en el suelo. No importa. Tu intensa historia merece contarse una y otra vez, rumores incluidos, para que lo oigan todas las generaciones, como tu música, con sus propios oídos.
 
Aquí sigo, en la cueva del Dragón, con tanto fuego adentro.
Mientras el mundo progresa pensando que los dragones son leyendas contadas por viejos supersticiosos.
Buena semana.

Arde mi corazón
Lucha Siempre
Delante del hierro
Ojos venideros...

Sabrán la Historia.

 
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